Y es en ese preciso momento, cuando le dices. Cuando no sabes si reir o llorar, cuando no importa lo que venga, cuando expones tus sentimientos al máximo. Es en ese momento en el que al fin te liberas de todo ese agobio que te atormentaba y de algún modo eres capaz de vivir realmente lo que es el amor.

Y es ahora cuando puedo gritar tu nombre a los cuatro vientos!

Caminemos lejos, lejos de todo esto que nos agobia. 

Conversemos, de todo lo que nos preocupa. 

Lleguemos a un lugar donde expresar lo que sientes no sea mal visto, y podamos tratar de conseguir aquél bello equilibrio que nos caracterizaba.

Te siento, te siento lejos, frío, distante, extraño, diferente.
Diferente a todo lo que vivimos, a todo lo que fuimos, a todo lo que sentimos.

No sirve de nada este delirio de aferrarnos a una historia que murió sin darnos cuenta. No sirve de nada este castigo de buscar en lo imposible algún borrón y cuenta nueva.

Incluso al vacío me lanzaría si fuera necesario para estar contigo. Esa puta sensación de dar todo por alguien, que simplemente no daría más de lo que da por el vecino de la esquina.

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Un poco más de amor, será capaz de cambiar este jodido mundo.

Te sueño, te pienso, te veo, te miro, te busco, te encuentro, te amo.

Quizás es porque vivo pensando, vivo creyendo que al cruzar esa ventana todo cambiará. Para mejor, que será alegrías sin llantos, que será flores y corazones, y el sufrimiento cesará; más bien nada me asegura esa verdad, probablemente sufra más, no sé lo que me espera y es imposible de imaginar. Pero sigo creyendo que sin importar lo que pueda pasar, cruzando esa ventana me espera algo mejor.

Un montón de gente caminando, pasando junto a ti sin verte, sin oírte, sin sentirte. 

Un millón de momentos inolvidables, totalmente olvidados por las otras personas. 

Cientos de miles de días sin dormir a causa de un malestar que nadie notó jamás. 

Sentirse invisible, no estar aquí para los demás, aunque ellos digan siempre notarte. 

No existir, vivir sin haber vivido ni un puto día de tu vida. 

Esos ojos azules capaces de cautivar hasta el más profundo de mis sentidos, esa sonrisa con la que ríes de mis tonteras, esa forma de tratarme que solo tú tienes, esas estúpidas cosas que me hacen enamorarme de ti.